Luneando

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Sigue la luz que te inspira

lunes, 6 de junio de 2011

Oscuras golondrinas


El día cambió de color, al fin cambió de calor. Incitas al sol a que te haga suyo y le susurras que adoras su luz. Pasan los días adornados de rayos oxigenando la ansiedad de tu mañana y sin advertir de que será el día el que cambie tu color. Vivir del mañana haciendo tuyo el presente es el estado ideal del hoy, ya que si tus huellas pierden el contacto con el sol no serán tus dedos los que marquen la diferencia. La claridad que embarga las horas de sol, y que te dan la libertad de sonreír al mañana, te salvan del ‘the end‘ inevitable de un futuro resuelto, de mármol o de acero, pero resuelto. 
Y hay más. El mismo esfuerzo hace el cielo en dibujarse de amarillo o de niebla, pero no son las mismas noches las que acompañan a uno y otro color.
Después llegan las nubes y te encargas de vestirlas, de lágrimas, te empeñas, te ofuscas. Pero no te cierras. Y así ellas se desnudan, cuando tú no lo esperabas, y se enamoran del sol que asoma cabizbajo, pero asoma. Y le miras, le sonríes, y empiezas a entender la belleza de una niebla que envolvió tus manos enseñándote que no siempre son los rayos los que afloran en tu rostro, que sí son las comisuras de tus canas las que abren el día y oxigenan el presente. 
Porque cuando se cierra una puerta tú abres las ventanas de tu alma y desnudas, como si fueran nieblas, las oscuras golondrinas que volaron tu cama.

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